Sexo
A él le gustaba el olor del sexo. De los genitales. Cuando el cuerpo arde en deseo. Le gustaba el olor del sexo, en general. Le excitaba. Y en particular le gustaba el olor y el sabor de su sexo. Ella eso no podía comprenderlo. Quizá porque nunca nadie antes le había dicho una cosa así. Pero después, ya nunca olvidó aquello que él le había dicho. Y todavía, pasado mucho tiempo, cuando sentía aquel olor, y podía procesarlo, y ponerle nombre, cuando aquel olor característico, denso y envolvente, se transformaba de una sensación en una idea, ella se decía “es el olor del sexo”. Y se recordaba a sí misma “a él le gustaba el olor del sexo”, estuviera ella con quien estuviera. “Y ahora también me gusta a mi” se afirmaba.
The Postal Service
El era un trabajador del recuerdo, un escribiente, un artesano entregado.
En aquellas interminables recopilaciones de canciones, escribía los pedazos de su vida, y luego se los enviaba a las mujeres con las que los había compartido, para asegurarse de que ellas no iban a sacarle de sus vidas. Yo fui una estación. También en mi pensó quedarse. Pero escogía cuidadosamente a las mujeres que él sabía que se marcharían. Ahora, puntualmente, recibo su envío postal. Una canción cada año. “Oye, niña, no te olvides de que aun sigo aquí” me dice. Y yo, por los rincones del mundo. Como si me fuera a olvidar. El olvido no es largo. El olvido es infinito.
Ruido
Me levanto y empieza el telediario:
- Me duele la cabeza y tengo un poco de nauseas.
- Anoche volví a pasarme con los chupitos
- Dos chicos y un hombre aseguraron poder hacerme lo que ningún otro me había hecho antes.
- Volví a casa sola esta mañana, como la mayoría de las veces, intentando no dejar rastro.
(No es bueno para un fuera de la ley revelar dónde se esconde).
Off:
Nadie sabe de mi prioridad. Levantarme y trabajar sobre el miedo. Encontrar una canción que me haga comprender lo que no tiene explicación, escribirlo y construirme.
Para nadie se queda hoy el perfume de mi oscura magnolia.
